La escuela esta en el barrio de San Cristobal, hay mucha historia la arquitectura de los edificios públicos y privados relatan como fue cambiando el barrio.
Salimos a la calle a tomar fotos de las puertas que invitaban a capturar su imagen y a descubrir lo cotidiano, casas viejas, nuevas, portones, edificios, faroles, rejas, altorrelieves, decoracion y ornamentacion que hasta el momento no habian mirado, las madres invitadas disfrutaron del paseo. Los niños realizaron un video en Movie Maker de las fotos tomadas y un slide de las imágenes seleccionadas en sitios de internet y fotos tomadas en viajes que otros docentes nos fueron facilitando al enterarse del tema.
En otro momento trabajamos con el cuento de Julio Cortazar que fue leido en voz alta y dramatizado por los niños.
No se debe de abrir una puerta como el que deja escapar un suspiro. A falta de la capacidad de ver a través de los objetos opacos, hay que recordar que no sabemos qué habrá detrás de esa superficie vertical que se aferra orgullosa a la pared. Cuidado con este detalle: si la superficie en cuestión no está orientada verticalmente, sino que reposa distraída a la altura del suelo, eso es una pequeña trampa. La dejaremos descansar como a un oso polar en su suelo polar bajo su cielo polar.
Nos aproximaremos con serenidad a la puerta, preferiblemente encarando a la misma y nunca de espaldas a esta. Los movimientos de las extremidades inferiores deben ser pausados y seguros, y alternaremos pie tras pie, procurando siempre no unir físicamente estas dos últimas palabras: obtendríamos un traspié, lo que nos conduciría irremediablemente a un encuentro frontal brusco y no deseado con la puerta.
Deteniéndonos a una distancia segura (si podemos tocar la puerta con un brazo semiextendido, ello nos indicará un cálculo correcto) buscaremos un objeto normalmente redondeado que sobresale como una prolongación escapista: se llama “pomo” o “el pomo de la puerta”. Los pomos de las puertas son unos ingenios curiosos: permanecen adheridos como un solitario percebe, dejándose tocar y girar por cualquier mano que esté dispuesta a ello (a veces incluso por bocas). En ocasiones soportan de forma espartana la caricia inmóvil de un abrigo que cuelga de una percha y ni se inmutan si el abrigo vuelve de una ducha forzada; en todo caso, pueden oxidarse, presentando así un color ocre que no suele favorecerles. Viven en pareja, pero la comunicación es escasa, ya que se encuentran en lados opuestos de la puerta, por lo que no se ven, aunque sí pueden oírse si chirrían lo suficiente.
Como hemos señalado, los pomos de las puertas giran. Extendiendo una de las extremidades superiores, agarre el pomo envolviéndolo con los dedos de la mano proyectada, con un movimiento siamés del acto “agarrar una manzana y otros objetos redondos” (véase Instrucciones para agarrar objetos redondos). No se preocupe por apretar en exceso al pomo; tienen la ventaja de no necesitar de la respiración para sobrevivir. Si al fijarse en él notase una tonalidad azulada, no se alarme. Es de ese color.
En este punto, la ecuación se complica; hay que ser suficientemente habilidosos para:
1. Encontrar el sentido en el que el pomo de la puerta gira para abrir (es el contrario al sentido en el que el pomo de la puerta gira para cerrar)
2. Girar el pomo de la puerta en el sentido adecuado (recordar que estamos intentando abrir la puerta y no cerrarla, lo que queda reservado a puertas previamente abiertas)
3. Empujar toda la estructura (pomo de la puerta y puerta) en dirección contraria al sentido de la marcha, o bien tirar de la estructura (pomo de la puerta y puerta) hacia uno
mimo, dependiendo de la naturaleza de la puerta ("puerta que se abre hacia adentro" - "puerta que se abre hacia afuera")
Si se han seguido los pasos anteriores, deberíamos de estar ya viendo el otro lado de la puerta. Para nuestro desconsuelo, esta nueva perspectiva es exactamente igual a la anterior, aunque simétrica. Tampoco hay que poner el grito en el cielo si se observan prendas de ropa ahorcadas a este lado de la puerta: se trata de una percha (ya señalada anteriormente) y por norma suelen ser inofensivas e inocuas.
Si aún no se sabe cómo cerrar la puerta, es preferible dejarla abierta, aunque corremos el riesgo de ahogarnos en la angustia de no saber si alguien o algo la ha devuelto a su posición original. Si usted puede vivir con ello, márchese y no vuelva la vista atrás. Si no fuese así, llore, llore desconsoladamente, porque la pena intensa suele a menudo cerrar puertas.
"Historias de cronopios y de famas" de Julio Cortázar.
El Proyecto llevo 5 meses y para finalizar presentamos en la planta baja la muestra "las Puertas del mundo". Estas fueron relizadas en tridimensión y construidas con cartón, papel mache, cartapesta y decoradas con técnica mixta, dejo el registro de algunas clases.
Trabajo realizado por los niños de 6º Grado A y B. año 2009